Una de las franquicias cinematográficas más queridas está de vuelta, después del estrepitoso fracaso del reboot del 2016, ojo, este no se debió a que fuera protagonizado por mujeres, sino por una muy mala estructura de guion y dirección, que es muy distinto.
Originalmente, siempre se pensó en una tercera parte con el elenco original, siendo el más entusiasmado Dan Aykroyd, quien escribió una secuela en los noventa, aquí el equipo era transportado un mundo alternativo infernal, donde se enfrentarían con ellos mismos y con satanás, pero a la vez se le daría paso a un nuevo grupo de Ghostbusters, pero la idea fue archivada, ya que Bill Murray se opuso a participar, de esta o de cualquier otra futura producción, siendo reiteradas veces que se intentó convencerlo, a pesar de que escribieron distintas historias entre 2004, 2010 y 2012 no se llegó a buen puerto.
Ahora, después de la muerte de Harold Ramis, el 24 de febrero de 2014, el futuro era más incierto para Ghostbusters, pero es el hijo del director Ivan Raitman, Jason, se encargaría de un nuevo proyecto, que escribiría junto a Gil Kenan, convirtiéndose en un verdadero tributo a la obra de su padre en vida.
Pero vamos por parte, cuando se apagan las luces en el cine y nos enfrentamos a esta nueva entrega, que originalmente debió ser estrenada el 10 de julio de 2020, pero debido a la pandemia se fue retrasando hasta ahora en 2021, nos azotan sentimientos encontrados, por una parte la nostalgia de aquella cinta de 1984, que sale a relucir de principio a fin, convirtiéndose en un verdadero fan service, que hace que sus seguidores griten, se arranquen los cabellos y lloren, algo muy similar a la última y olvidable trilogía de Star Wars.
Estamos ante un guion muy flojo, más bien dicho cómodo, lineal, donde todo se da convenientemente por hecho, tampoco existen inesperados giros de tuerca, ni grandes sorpresas, donde todo el peso del metraje cae en los hombros de los pequeños protagonistas, convirtiéndolo en una cruza de “Spy Kds” de Robert Rodríguez con la serie Stranger Things, donde los adultos quedan fuera del juego, pero aquí al menos tienen algo de protagonismo, y la cinta debería llamarse “Ghostbusters Kids” que sería lo más convincente, en realidad es la pequeña Phoebe Spengler, nieta de Egon, interpretada por Mckenna Grace, quien se lleva los aplausos, ella es un genio como su abuelo, cautivada por la ciencia, quien encuentra un aliado en un compañero de escuela, Podcast (Logan Kim), ambos irán desentrañando los secretos del lugar y el pueblo donde habitan. Pero seamos sinceros, debe existir un punto de inflexión, donde los chicos ya no pueden actuar más (porque así es lamentablemente la realidad), dándole paso a los adultos que tomen las riendas del asunto, cosa que no sucede, ya que como en toda película familiar, estos están más preocupados de sus míseras vidas, Gary Groobersones (Paul Rudd) el profesor de secundaria de ciencias, que simpatiza con Phoebe podría haber hecho algo, cosa que no sucede, convirtiéndose en un simple catalizador entre la chica y los nuevos espectadores para que conozcan las hazañas de los Ghostbusters.
El filme cae en clichés básicos, Carrie Coon quien es Callie Spengler, odia profundamente a su padre Egon por haberlas abandonado, tampoco nos dice quién es su madre o que paso con ella, ni menos con el padre de sus hijos, quien también desapareció de su vida, mujer que ni siquiera puede con el alquiler de su departamento, siendo desalojada junto a sus retoños, y mudándose a Summerville en Oklahoma, a la granja de su papá recientemente fallecido, con la intención venderla para conseguir algo de dinero por esta y recobrar su estabilidad, logrando solo más deudas.
Si recordamos, los Cazafantasmas eran científicos, menos Winston, quienes podían lidiar o enfrentar cualquier escaño utilizando sus conocimientos científicos, pero aquí los niños, parecen estar a la misma altura o condiciones científicos, cosa que es poco creíble, menos cuando Podcast puede lidiar con todos los problemas del Ecto-1 y para que citar cuando Trevor Spengler (Finn Wolfhard) el nieto mayor de Egon salva a todos a último minuto.
Lo malo de la cinta, es que prácticamente no ofrece nada novedoso, tenemos de regreso a Gozer the Gozerian, junto a Zuul y Vinz Clortho, ofreciéndonos prácticamente escenas calcadas de la cinta de 1984, con algunos leves cambios muy sutiles que no aportan mucho que digamos, solo es parte del fan service, gentileza de Jason Raitman.
Lo más rescatable son los últimos 15 o 18 minutos del filme, donde finalmente aparecen los originales Ghostbusters, cosa que no es ninguna sorpresa, ya que estos fueron convocados para hacerlo públicamente, quizás como un gancho desesperado para atraer público a las salas, ya que por la pandemia las salas están funcionando a media máquina. Cuando vemos a Peter Venkman, Raymond “Ray” Stantz Winston Zeddemore, quienes con decir dos palabras, ya está más que pagada la entrada al cine, el carisma del trio y el peso del filme caen sobre ellos eclipsando todo, ni para que mencionar cuando Wekman abre la boca. Esto señores, era lo que el público quería ver en la pantalla grande desde un principio, a los verdaderos protagonistas y no estos chicuelos, y no olvidemos al fantasma de Egon Spengler, que en una suerte Spielberiana se convierte en lo más lagrimoso como emotivo, haciendo palpitar los corazones de quienes crecieron con la franquicia. El trabajo digital y del doble de cuerpo de Egon Spengler interpretado por Bob Gunton, es lo mejor que hemos visto desde Tron Legacy, superando a lo visto en la vomitable tercera trilogía de Star Wars.
No podemos dejar de citar los dos post créditos finales, que nos muestra una vez más a Dana Barrett, interpretada por la inigualable Sigourney Weaber junto a Peter Veckman (Bill Murray), y en los minutos finales al cierre de los créditos, tenemos a Janine Melnitz (Annie Potts) conversando con un acaudalado Winston Zeddemore (Ernie Hudson).
Ahora bien, después de ver los pos créditos queda más que claro que es posible que tengamos más de alguna secuela, pero esta vez seria genial que fuera interpretada por Bill Murray, Dan Aykroyd, Ernie Hudson, Sigourney Weaver y Annie Potts, quizás entrenando a un nuevo equipo de Ghostbusters, es más, en el guion original de los 80, se suponía que podías encontrar un cuartel de Cazafantasmas por todo el país del norte, que funcionaran 24/7 como los bomberos, la policía o el equipo SWAT, esto podría ser posible gracias a Winston, que se convirtió en un potentado multinacional.
Para cerrar, solo queda decir que Ghostbusters Afterlife , es una cinta palomera para aquellos que no piden otra cosa que un divertimento sin mayores expectativas, pero a la vez una filme para fan, que se emocionaran de principio a fin, a pesar que le falta ese toque de humor inyectado por Ivan Reitman , y tener un montón de baches, es mucho mejor que la versión de 2016 .
ROBERTO ALFARO VERGARA